Deberíamos seguir creyendo en los Reyes, la de trabajo que nos ahorraríamos, no tendríamos que ir de tienda en tienda, como locos en busca del regalo de última hora. Nos traerían ellos los regalos,¡digo yo!
Vamos corriendo a todos los lados como si nos hubiéramos levantado hoy con la sorpresa de que pasado mañana vienen los Reyes Magos, cuando es algo que viene ocurriendo hace muchos, pero que muchos años.
Como clara defensora de la magia, ilusión y fantasía, os propongo hacer un parón.
Os contaré que hoy 3 de enero pero de 1892, nacía en Sudáfrica, uno de los escritores de novela fantástica más importantes de nuestra época.
J.R.R.Tolkien
Con una vida llena de viajes, un amor en espera, una guerra de por medio, el reencuentro con su amor, y mucha, mucha poesía, tenemos los ingredientes necesarios para la creación de la fantasía. Así nacía el El hobbit, siendo en principio un cuento para sus hijos, pasó de mano en mano, hasta que llegó al hijo de un gran editor. Parece el inicio de otro cuento, pero las casualidades existen, y siempre aparecen cuando no las buscamos, por eso nos sorprenden.
A partir de este momento, El Hobbit, allá por 1937, cautivó no solo a niños sino también a los adultos, por lo que El Señor de los Anillos no se hizo esperar.
Así se convirtieron en un fenómeno social, donde las aventuras de Bilbo Bolsón, pasaban de generación en generación.
Aunque en España tuvimos que esperar unos cuantos años para poderla leer en español, sería por 1982 cuando llegara a nuestras librerías.
La primera adaptación fue para la radio en 1968, y el salto a la pantalla grande se hizo esperar bastante.
No sería hasta el 2001 cuando se estrenaba la primera parte de El Señor de los Anillos, y hasta el 2012 la primera entrega de El Hobbit.
No podemos olvidarnos de la banda sonora de esta trilogía, compuesta por Howard Shore, de la que os dejo un fragmento. Y que como siempre, intento que os ayude frenar un poco este sin parar de vida que llevamos, y podamos sentarnos un momento a disfrutar con los nuestros de una buena lectura, una buena película o de una buena banda sonora. Y recordad: ¡Dadle alas a la escoba!
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