Bienvenidos a mi salón,
hoy otro relato corto, espero que os guste.
"Son las seis de la mañana. Suena el despertador como todos los
días, Mario desayuna, como todos los días, con movimientos mil veces ensayados
y repetidos, el zumo, el café, las tostadas, la mermelada.... todo se coloca de
manera automática, como si fuera otro quién lo prepara. Su cabeza no está, aún
permanece acostada, dormida y aletargada, recordando...ayer la vio, sentada con
sus amigos, no escuchaba la música, no oía a sus colegas, sólo estaba su risa,
se imaginaba su perfume, el color de sus ojos a la luz del sol, el sonido de su
voz, el tacto de su piel…
Como cada tarde iba al mismo pub, quedaba con sus compañeros de
trabajo, los mismos temas, las mismas copas, la misma gente, la misma música.
Pero desde hacía una semana, todo le parecía distinto, recuerda
perfectamente el día que la vio entrar por la puerta del pub, su pelo
alborotado, su cazadora roja, con paso firme y decido, levanta el brazo y
saluda, va hacia una mesa, y un grupo de amigos la abrazan y la besan, todos
juntos y muy desentonados le cantan, ella sonríe, le dan varias bolsas y
paquetes, se sienta nerviosa, y comienza a abrirlos, un jersey, un pañuelo, un frasco
de colonia, un bolso, los papeles se amontonan en la mesa. Mario ya no oye
nada, no escucha nada, no ve nada, de repente le zarandean, y mira asombrado
como despertando de un sueño, es su compañero Julián, que se marchan, mañana
hay que madrugar. Desde ese día acude a su cita, cada tarde.
Termina el desayuno, se asea, recoge su portátil, las llaves del
coche, su chaqueta y sale corriendo de
casa. ¡Otra vez llega tarde al trabajo!"
(La bruja en el salón)
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